Elegante e imponente se presenta aquella espectral figura, portando con garbo un ajuar de charro completamente negro con detalles en oro, y una mirada que parece escarbar dentro de lo más profundo de tu alma, quizá por eso se nos olvida que alguna vez perteneció al mundo de los vivos…
El joven provenía de una familia muy humilde en la que sus padres aunque lo amaban no podían darle todo lo que él deseaba. Trabajaba de sol a sol para comprarse hermosos sombreros, dejando de lado la necesidad de comer.
Al morir sus padres su situación empeoró. Sin casa, despreciado por la sociedad y a punto de caer en la locura, tomó una decisión que cambiaría su vida. Ofreció su alma a aquel que pudiera mejorarle la vida. Entonces el suelo tembló y un fuerte olor inundó su nariz, un hombre alto y bien vestido apareció frente a él, ofreciéndole tanto dinero que en dos vidas no podría gastar. Sin pensarlo, aceptó estrechando su mano.
Pasaron varios años y una tarde que se encontraba rodeado de gente, comida, vino y mujeres, sentía que estaba solo, pues no tenía a quién compartirle lo confundido que estaba; no entendía por qué si tenía más de lo que imaginó, no le encontraba sentido a su existencia…
De pronto una voz gruesa le preguntó: -¿Estás listo para pagar tu deuda?
Asustado corrió por la casa y montó a su caballo saliendo ambos despavoridos de la hacienda, sin embargo aquel hombre seguía su paso sin dificultad, hasta que llegaron a un barranco.
-¡Has intentado faltar a tu palabra! Por eso, no sólo me llevaré tu alma, sino que tú cobrarás mis deudas por el resto de la eternidad.
Lanzando una bola de fuego desprendió su alma quedando con aquel hermoso traje puesto solo en sus blanquecinos huesos.
Desde entonces, el Charro Negro acecha a todo aquel que tiene deudas con el demonio.